Creencias, pensamientos, emociones y el rol que juegan en la emergencia emocional

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¡Hola! ¿Cómo estas hoy?



En el artículo anterior te hable sobre los primeros auxilios emocionales, hoy te contaré sobre las creencias, pensamientos, emociones y el rol que juegan en la emergencia emocional.
También te daré la primera técnica para que comiences a armar tu kit de primeros auxilios emocionales.

Todo esto nos servirá para comprender como funcionan nuestras emociones y como podemos trabajar en ellas para brindar primeros auxilios emocionales. 

Una de las cosas que debemos tener presente es que, si creemos que las emociones están vinculadas con el corazón, mejor vamos cambiando de idea, porque las emociones se generan en el cerebro… Y como en el cerebro también ocurren los pensamientos, los procesos de aprendizaje y la acumulación de experiencias, vamos relacionando como nuestros pensamientos generan emociones.

Considero que este conocimiento es muy importante. Durante mucho tiempo en mi camino hacia mi desarrollo personal y gestión emocional, escuche hablar de “Pensamiento Positivo”, “respirar profundo”, “contar hasta 10”, “aquí y ahora” y “fluir” entre muchas otras recomendaciones.  Lo cierto es que, si bien todo esto funciona, para una persona como yo formada en las ciencias de la salud, la acción sin comprensión que representa la autoayuda resulta un “acto de fe”.

Yo necesitaba más, necesitaba entender desde la razón y por eso encaminé mi búsqueda a la comprensión y fundamentos de la biología emocional, lo cual me llevo a profundizar en la psicología positiva, neurociencia, PNL y psiconeuroinmunología entre otras ciencias. Estos estudios y mi propia experiencia, son la base de mi trabajo con los primeros auxilios emocionales que reflejo en mis artículos.

¿Alguna vez has escuchado decir “El mapa no es el territorio” ? 

Bueno, eso tiene que ver con la necesidad que tenemos de dar lógica a la realidad que percibimos a través de nuestros sentidos. Nuestra mente está constantemente buscando comprender lo que sucede en el mundo y como encajamos nosotros en ese mundo, por lo tanto, buscamos dar una interpretación a todo lo que percibimos y ese es nuestro mapa.

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Lo que sucede es que ese “mapa” muy rara vez es una copia fiel y exacta de la realidad. Esa interpretación que hacemos de la realidad está sujeta a experiencias pasadas, valores, historias y un montón de cosas más. Entonces lo que cada uno de nosotros tiene es un “mapa o modelo de la realidad”.

Cuando recibimos una información diferente a nuestro modelo de la realidad, cuando percibimos que lo que está pasando allá afuera es diferente a lo que nosotros creemos, a nuestros valores, comenzamos a sentirnos incómodos, surge el desconcierto, la desorientación, salimos de nuestra zona de confort y ¡¡¡pum!!!, nuestras emociones hacen corto circuito.

En medio de este choque de modelos de realidad (el que percibes y el que tú tienes), surgen las expectativas y buscas desesperadamente aclarar esas expectativas.

Así es como cuando estás feliz y tranquilo en tu espacio seguro creyendo que todo te va a salir bien porque tu horóscopo te lo dijo y tú crees fielmente en los astros y de repente viene alguien y te dice que eso del horóscopo es la soberana estupidez más grande del mundo, te contradice y además te da pruebas científicas de que te equivocas y de pronto te ves enganchadísimo en una discusión y hasta se agreden verbalmente. Todo esto porque sus creencias, sus modelos de la realidad son totalmente distintos.

Este proceso que los expertos en el tema llaman disonancia cognitiva, nos genera dolor, enojo, irritación, asombro, y otro montón de emociones negativas, que nos echan a perder el momento, el día y hasta la semana si nos empeñamos en recordar y repetir la escena una y otra vez manteniendo el secuestro emocional a tope.

Es como un volcán que explota y sigue explotando y continúa hasta que después de habernos amargado bastante, nos adaptamos a la idea, le damos un contexto y se nos va pasando, o en el muy pero muy peor de los casos, lo guardamos allí escondido en el fondo de nuestro cerebro y se convierte en un rencor absoluto que nos corroe el alma.

Y seguramente mientras lees esto, estás recordando uno de esos momentos y ¡zas!, se te disparan otra vez las emociones negativas… Si es así, respira, relájate y sigue leyendo.

¿Qué hacer cuando nos ataca esa "Disonancia Cognitiva" y queremos salir corriendo, ahorcar a alguien o quedarnos llorando en un rincón? 

Ya dijo Nietzsche que "Los pensamientos vienen cuando ellos quieren, y no cuando nosotros desearíamos".

Detener la emoción en el momento en que está ocurriendo es prácticamente imposible y subrayo prácticamente, porque hay personas con un estado de conciencia y autoconocimiento tan elevados que llegan a conocerse a sí mismos de tal manera, que son capaces de regular sus emociones casi antes de que ocurran (algo así como el Dalai Lama).

Para los que aún no hemos trascendido a ese nivel de conciencia, cuando la emoción fluye es una cascada de sustancias biológicas que se convierten en un río emocional desbordado. En fracción de segundos el corazón se acelera, la respiración se agita, aumenta la presión sanguínea, las pupilas se dilatan, los músculos se tensan, la boca se seca y sentimos un calor irracional que sube desde nuestros pies y recorre la espina dorsal, todo esto en un proceso de preparación corporal que nos prepara para la acción.

Como dije en el primer post, hasta cierto punto eso es bueno ya que el miedo nos protege de peligros y la rabia nos permite defendernos. Pero también podemos reaccionar así cada vez que alguien nos lleva la contraria, se nos adelanta en la fila, nos agobiamos en el tráfico, nos dan una mala noticia, etc.

En esos casos donde la situación NO es de vida o muerte y nuestra emoción se dispara, hay que hacer uso de toda nuestra energía para regular el proceso fisiológico que se ha desbordado.

La conocida técnica de respirar profundo o contar hasta 10 no es broma, realmente es efectiva y tiene una explicación científica.

¡¡¡Respira profundooooooo!!!

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El Psicólogo William James encontró en sus estudios, que los cambios en el cuerpo son necesarios para que una emoción pueda sentirse, por ejemplo, la rabia no puede suceder si mantenemos los músculos relajados y la respiración calmada.

Para que se genere la emoción tiene que haber un camino de ida al cerebro que lleva el estímulo y un camino de vuelta que le informa al cuerpo y hace que se sienta la emoción. Por ejemplo, si vas caminando por un bosque y ves una serpiente, esa visión que percibes a través de tus ojos llega al cerebro que interpreta un peligro y el cerebro envía una respuesta al resto del cuerpo para que se prepare a huir. Este concepto se llama feedback o retroalimentación y está súper bien descrito en el libro "La Ciencia de las Emociones" de  Federico Fros Campelo, profesor e investigador de la biología emocional.

Otro científico contemporáneo, el Neurólogo Antonio Damásio, dice que los sentimientos son percepciones internas de los cambios corporales, es decir, los sentimientos son las emociones que logramos sentir, esto se llama Hipótesis del Bucle.

¿Y que tiene que ver esto con la respiración? 

La hipótesis del Bucle explica porqué las emociones se pueden sentir y viceversa, es decir, porqué las sensaciones pueden generar una emoción.

Funciona así, cuando recibimos el estímulo externo, este va a una partecita de nuestro cerebro que se llama amígdala que está en el sistema límbico, este envía la información al cuerpo para que produzca cambios fisiológicos como por ejemplo respiración acelerada entre otras más, estos cambios y respuestas del cuerpo son percibidos por otra parte de nuestro cerebro que se llama ínsula y es la responsable de que se pueda “sentir” la emoción.

Si nosotros logramos cambiar la sensación de la emoción negativa que en este caso es la respiración agitada, la ínsula percibe que la emoción esta desapareciendo y le avisa a la amígdala: ¡Epa! Bájale dos que esta persona está respirando normal y ya no está enojada, entonces con esta nueva información la amígdala se relaja deja de enviarle mensajes al cuerpo y los cambios y respuestas fisiológicas se regulan modulando la respuesta a la emoción negativa, así que...

 ¡a respirar se ha dicho! 

Esta es una técnica de primeros auxilios y funciona para el momento en que se genera la emoción para ayudarte a manejarla, es decir, trata el síntoma, pero luego debes atender la base del problema, identificar lo que te dispara esa emoción. Es como si tomas un analgésico para el dolor de cabeza, te alivia al momento, pero luego debes buscar la causa del dolor.

Contar hasta 10 es otra técnica efectiva, te la explico en otro post. En el próximo artículo hablaremos  de los desequilibrios emocionales por estrés continuado.

Si te gusto el articulo déjame tus comentarios y comparte con quien creas lo puede necesitar.

También puedes dejarme tus sugerencias respecto a alguna técnica en especial que te gustaría leer.

¡Chau, hasta la próxima!






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