Dolor emocional y como atenderlo

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¡Hola! ¿Como estás?


Estos han sido días un poco complicados por acá en mi hermoso país Venezuela y creo que el tema de los Primeros auxilios emocionales es cada vez más necesario.

Además, en este post te dejo un obsequio súper especial que podrás descargar en el botón de recursos gratuitos que está al final de la página.

En los posts anteriores hemos hablado de las creencias, la relación mente – cuerpo - emociones y los primeros auxilios emocionales.

Y quizá en este momento te estás preguntando ¿las emociones nacen o se hacen?
Y la respuesta es… ¡¡¡tatatataaannnnnn!!!!... nacen y se hacen.

Las emociones son programas que buscan nuestro bienestar, adaptación y supervivencia.  

Hay emociones básicas que vienen de fábrica, listas para mantener la integridad de nuestros antepasados prehistóricos. El miedo como factor de protección, la rabia como factor de defensa, el amor como instinto para la reproducción, la tristeza como factor para descansar y recuperarnos después de un evento desgastante de pérdida o fracaso, el asco también para proteger de venenos, comida dañada, agua contaminada, etc…

¡Después de todo en la época de las cavernas no se conocían los antibióticos y nuestro sabio organismo debía protegerse de alguna manera!

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Así como algunos sistemas operativos para equipos electrónicos, los seres humanos traemos recursos básicos para sentir las emociones.
De acuerdo a los aprendizajes y experiencias de vida, vamos  aprendiendo dónde, cuándo y cómo sentirlas.

Así van surgiendo otras emociones más “aprendidas” como las emociones secundarias y las emociones sociales que determinan nuestra manera de relacionarnos con los otros.
Justamente este proceso de aprendizaje es el que nos permite
reentrenar las emociones.

Todo, absolutamente todo esto es producto de nuestra evolución como seres humanos igual que la aparición de las capas cerebrales descritas por el Dr. Mac Lean en su modelo del cerebro Triuno: reptil, límbico y neocórtex, responsable de nuestras emociones, reacciones, conductas y aprendizajes.


Y hasta aquí bien ¿no?... Ok, pero… 
¿Y el dolor emocional pa’ cuándo?

La ciencia de las emociones es un universo complejo, como bien lo describe Federico Fros Campelo, investigador de conductas humanas a quien respeto profundamente y cuyo trabajo ha inspirado muchos de mis posts.

Anteriormente en otro post mencionamos que, cuando recibimos un estímulo nuestro cerebro lo procesa y se genera una emoción. Para sentir esa emoción deben ocurrir cambios corporales que son mediados por el sistema límbico y la amígdala.

Estos procesos emocionales fisiológicos han sido estudiados por muchos investigadores y neurocientíficos y en esos estudios descubrieron que las zonas cerebrales que se activan cuando sufrimos un dolor físico, son las mismas que se activan cuando experimentamos angustia, tristeza y desolación intensa.

Estudios realizados por la Dra. Naomi Eisenberger y su equipo de la Universidad de California, encontraron que cuando los individuos experimentan exclusión y rechazo, se activa una región del cerebro llamada CCA (Corteza Cingulada Anterior). También observaron que otra zona llamada corteza prefrontal se mostraba más inactiva cuanto menor era el dolor emocional. 

Así descubrieron que la CCA es responsable del dolor emocional y la corteza Prefrontal se encarga de regular y contrarrestar el dolor emocional que ocurre durante el rechazo y la exclusión.

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Y finalmente, lo más importante de todo esto es que los investigadores descubrieron que el dolor físico se divide en dos procesos diferentes:
Por un lado, el proceso sensorial de las terminales nerviosas, y por otro lado la sensación consciente de desagrado y disgusto que ocurre en la CCA (sí, la misma del dolor emocional). 

Por ejemplo, si te quemas un dedo hay un mecanismo donde las terminaciones nerviosas llevan el mensaje de dolor al cerebro e inmediatamente se liberan sustancias para defender al dedo de semejante ataque. Paralelamente hay otro mecanismo que dice ¡¡OUCH como duele!! Y te hace quitar el dedo de inmediato para evitar un daño mayor.

Ahora bien, si el responsable cerebral del dolor físico es el mismo responsable del dolor emocional, entonces científica y biológicamente está comprobado que el dolor emocional duele tanto como el dolor físico

¡Mira tú por donde resulta ser, que Alejandro Sanz tenía toda la razón cuando hablaba de curar el dolor del Corazón Partío! 

De hecho, clínicamente la ciencia reconoce el “Síndrome del Corazón Roto”, que se manifiesta con los mismos síntomas de un infarto, pero, a diferencia de éste, se genera cuando hay un aumento importante de las hormonas del estrés (como adrenalina y cortisol), y no por un bloqueo de las arterias como en el caso del infarto común.

El factor desencadenante del “Síndrome del Corazón Roto” es una emoción negativa fuerte como ansiedad o estrés continuados, el dolor causado por una experiencia extrema, como la pérdida de un ser querido, o cualquier otro incidente crítico severo.

Esto quiere decir que cuando vemos a una persona que ha sufrido una emoción negativa muy fuerte y se dobla de dolor, no es teatro, no exagera, realmente siente dolor… 

La conclusión a todo esto es que el dolor emocional si existe, es real y hay que atenderlo porque puede tener consecuencias dramáticas.


¿Es inevitable sufrir por el dolor emocional?

La respuesta es no.
No es inevitable sufrir. Lo inevitable es sentir las emociones.

Ya nos dimos cuenta que sentir dolor es natural en todos los seres humanos, es un proceso biológico, lo importante es aceptarlo como tal, permitir que fluya a través de su proceso natural y luego dejar que se vaya una vez cumplido su proceso. 

Aferrarnos al dolor es lo que nos hace sufrir.

Buda dijo:
“El dolor es inevitable, el sufrimiento es opcional”

Cuando estas utilizando un martillo y te golpeas el dedo es inevitable sentir dolor y también es inevitable sentir la emoción que acompaña ese dolor y que generalmente te hace exclamar un grito acompañado de otras frases que no voy a escribir aquí… &*”#%!!!!

Ahora, tú decides si atiendes tu dedo, aplicas analgésicos, lo proteges y evitas darte más golpes, o por el contrario, no haces nada, te quedas sufriendo, quejándote y de paso te das otro golpe más para aumentar tu sufrimiento.

Con el dolor emocional ocurre exactamente igual. Por ejemplo, una persona sufre un rechazo y lo pasó muy mal. Inmediatamente siente un dolor terrible en el pecho, le falta el aire. Es inevitable sentir la emoción que puede ser miedo, rabia, tristeza o cualquier otra emoción negativa.

Esa persona puede elegir si se queda enganchada en esa emoción, la repite y alimenta ese sufrimiento por mucho tiempo. O la asume, la reconoce, la procesa y la va dejando ir sin sufrimiento y sin drama.

Después de todo esto cabe hacerse la pregunta, ¿De verdad vale la pena sufrir por otras personas o situaciones que están fuera de nuestro control, hasta el punto de enfermarnos o perder la vida?


¿Cómo manejamos el dolor emocional?

Cuando tenemos un dolor físico generalmente identificamos dónde es el dolor y qué lo ocasiona y a partir de allí buscamos cual será el tratamiento adecuado. 

Sabemos identificar si es un dolor de muelas, de cabeza, si es una quemadura o un golpe en el dedo pequeño del pie y según el dolor decidimos qué tratamiento utilizar, un analgésico oral o de uso externo, una pomada para las quemaduras, una bandita, un masaje, una escayola, en fin, lo que corresponda.

Cuando se trata del dolor emocional ayuda mucho identificar cuál es la emoción que está presente, reconocerla y darle su justo valor.

Identificar la emoción te permite determinar cuál es el mejor tratamiento a seguir. Por ejemplo, el dolor emocional que produce el rechazo es similar al dolor que sientes cuando te das con una puerta en la cara. El dolor emocional que produce la tristeza es similar al dolor que produce un infarto. El dolor emocional que produce la ira es similar al dolor que genera una ulcera gástrica. El dolor emocional que produce el miedo es similar al dolor de múltiples fracturas óseas. Esto lo dicen los científicos que se han encargado de estudiar esta clase de dolor a través del tiempo.

Ahora bien, de la misma manera que no tratas una fractura igual que un infarto o una úlcera, los dolores emocionales también requieren diferentes tratamientos.


¿Cuáles son los Primeros Auxilios en este caso?

Lo primero es considerar que las emociones negativas no se deben evadir. Muchas personas recomiendan pensar en otra cosa para distraer la atención. Eso es evadir y no es realista ni adecuado. Ignorar el problema puede que te distraiga por unos minutos, pero no lo hace desaparecer y no es sano mantenerte disociado de por vida huyendo de lo que te afecta.

Esto funciona diferente a los pensamientos negativos, son situaciones distintas. Del pensamiento negativo hablaremos en el próximo post.

Como dijimos antes, para expresar una emoción hay que sentirla. Guiados por eso, usamos un método que se basa en identificar lo que sentimos y a partir de allí identificar cuál es la emoción asociada a esa sensación o dolor, para poder gestionarlo de la mejor manera posible. Para esto podemos utilizar una técnica de atención plena que nos permita mirar hacia nosotros mismos.

Para esta técnica comienzas con un proceso de relajación. En un lugar tranquilo, en una posición relajada y alerta, utilizando como punto de partida tu respiración, comienza con un par de respiraciones profundas, inhalando y exhalando profunda y lentamente. Seguidamente retoma el ritmo normal de la respiración suave y acompasadamente. Siente como con cada respiración te sientes más tranquilo y relajado.

Una vez tranquilo y relajado toma conciencia de ti, de tu cuerpo, de tus sensaciones y emociones.
Observa donde sientes el dolor, en qué lugar de tu cuerpo. Precisa exactamente el lugar donde se encuentra.
Luego toma conciencia de que sientes, ¿cómo se manifiesta esa sensación? Quizá una punzada, una presión, describe exactamente cuál es la sensación.

Comienza a darle configuración a ese dolor o sensación. Tamaño, forma color, sonido, temperatura, etc.
Una vez que ya tiene configuración, nota que es diferente a ti, tiene otra forma, otro tamaño, otro color. Es diferente a ti, vino a mostrarte cómo estas reaccionando, a ayudarte a descubrir una nueva actitud ante lo inesperado, pero no forma parte de ti.

La intención es que te hagas consciente que el dolor emocional es producido por un estímulo externo (un hecho) o interno (un pensamiento) y ese dolor puede desaparecer porque es producto de una situación, de un momento.
Luego identifica qué emoción está detrás de esa sensación, de ese dolor. ¿Cómo se llama? ¿Tristeza, rabia, decepción? Ponle un nombre a esa emoción.

Una vez que logras identificar cuál es la emoción que produce el dolor, puedes gestionarla, darle contexto, aceptarla como un proceso natural de ser humano, dejar que se manifieste, sentirla y después dejarla ir.
Identifica en qué momento apareció, ¿Que sucedió justo antes de que apareciera?
Todo esto sin juzgarte, sin buscar culpables. Se trata de identificar cuál fue el estímulo que generó ese dolor, comprender por qué reaccionamos así ante ese estímulo.

Finaliza con una respiración profunda y toma conciencia de tu entorno en el momento presente.
Con este ejercicio reconoces y aceptas tu emoción, eso hace que sea más fácil gestionarla. Si buscas evadirla en lugar de reconocerla y dejarla fluir, entonces se queda allí molestando por mucho tiempo.
Conocernos a nosotros mismos y medir nuestras reacciones ante ciertos hechos nos permite modular esa reacción y re-entrenar nuestras emociones.

¿Qué tal? ¿Te gusto?
¡Si es así, pues me alegro un montón!

Recuerda que esta es una técnica de primeros auxilios y funciona para el momento en que se genera la emoción para ayudarte a manejarla, es decir, trata el síntoma, pero luego debes atender la base del problema, identificar lo que te dispara esa emoción y que debes hacer para sanarla.
Te dejo como obsequio un audio con la técnica guiada.

Al final del artículo encontrarás el link de recursos gratuitos para acceder al audio, solo debes registrar tus datos.

Me encantaría conocer tu opinión y saber si tienes algún método para manejar el dolor emocional. Puedes compartirlo en los comentarios.

No te pierdas mi próximo articulo donde hablaremos de los diálogos internos y te proporcionare técnicas para tratar el pensamiento negativo en tu Kit de primeros Auxilios emocionales.





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Comentarios

  1. La empatía con el sufrimiento de tus coterráneos y la labor altruista de servicio al prójimo son evidentes.
    En mi caso particular, recibo estos post con especial agradecimiento. Me encanta la información siempre tan clara, organizada y detallada que me ayuda a comprender lo que me acontece y a buscar la ayuda adecuada. Me gusta el clima de confianza, familiaridad y espontaneidad del discurso. Hace que uno se abra a la ayuda que ofreces. Vuelvo a aplaudir tu interés en la receptividad del mensaje y la adjunta ayuda. Al principio pensé que este post se refería a las emociones desencadenadas por pensamientos negativos, cuestión que ha causado mucho dolor y enfermedad en mí. Así que espero con especial interés el próximo post. Sin descartar que he sentido muchas veces emociones repentinas que han producido en mí, dolor físico instantáneo. Otras han estado en mí siempre produciéndome dolor y hasta enfermedad en especial en las articulaciones. He puesto en práctica tu técnica y he logrado un estado de bienestar y relajación para mí mente y en consecuencia para mi cuerpo. Mil gracias.

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  2. Que bueno que te puedo aportar algo positivo desde este espacio! Un abrazo

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  3. Super interesante y excelente post. Realmente me sirvió muchísimo porque el reconocer estas emociones te hace estar conciente de como poder sanar ese dolor que te produce, lo cual ayudará enormemente a sentirlas y saber como canalizarlas. Gracias por existir!!

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